lunes, 28 de abril de 2014

Adolescentes



  • Mi hija me odia
    Y a su papá lo idolatra

    Miles de madres del mundo entero han dicho en alguna ocasión esta frase: “mi hija me odia”. Algunas saben distanciarse de las exageraciones de sus hijas adolecencia y se lo toman con humor, otras, en cambio, sufren profundamente con esos sentimientos de sus hijas. A muchas también les duele enormemente que mientras sus hijas se enfrentan continuamente a ellas suelen desarrollar un amor sin límites por su padre. “Según ella, yo lo hago todo mal, en cambio, su papá es perfecto en todo”, confiesan muchas madres de adolescentes sobre los sentimientos que sus hijas muestran en la casa.



    En cualquiera de los casos, lo que indica esa frase, “odio a mi madre”, es una de las relaciones más complejas que pueden darse entre seres humanos, la de las madres y sus hijas cuando estas entran en la adolescencia.
    En esos momentos, una relación que, por lo general, siempre había sido estrecha y apacible se convierte en un infierno que puede hacer sufrir tanto a las madres como a las hijas y al resto de la familia.
    Por eso bueno entender las razones de ese choque. Saber por qué ocurren los enfrentamientos y buscar fórmulas para desactivarlos y conseguir que la relación entre madre e hija adolescentes funcione.
    Por qué se producen los enfrentamientos entre madres e hijas
    Porque es una de las relaciones más cercanas. La relación entre madres e hijas es una de las más cercanas. Mientras las hijas son niñas, la relación con sus madres suele ser muy estrecha. Las niñas admiran a sus madres y las tienen como modelo. En una relación con tal grado de proximidad, cuando llega la adolecencia y las jóvenes comienzan a revelarse contra los adultos en busca de su propia identidad, los primeros enfrentamientos son con sus madres, las personas más cercanas a ellas, las que han tenido como modelo. Porque una de las claves de la adolescencia es que las chicas huyen de los modelos de la niñez para encontrar su nuevo camino, la personalidad que se va formando hasta que se conviertan en adultas. Lo más habitual es que una vez superada la etapa adolescente, las chicas vuelvan a recobrar la proximidad a sus madres incluso en los casos en los que los enfrentamientos han sido más duros.

    La competencia. Uno de los problemas más habituales entre las mamás y sus hijas adolescentes es la competencia. Muchas veces por parte de ambas. Las hijas compiten con sus madres por el amor de sus papás y las madres, en muchas ocasiones, compiten, aunque sea de forma inconsciente, con sus hijas porque sienten que su tiempo ya ha pasado y quieren aferrarse a la juventud.
    Qué pueden hacer las mamás para resolver el problema
    No ser amigas, ser mamás. Un error de algunas mujeres con sus hijas adolescentes es que intentan convertirse en sus amigas. Cuando eso ocurre, se pierden los roles familiares, las chicas no encuentran el modelo que necesitan en sus madres, incluso las que utilizan ese modelo para oponerse a él en su etapa de rebeldía. Por eso es fundamental conservar el papel de mamá. Puede ser el de una mamá cercana, tolerante, que comprenda a su hija pero sin olvidar nunca que ella es la mamá, la encargada de poner las normas y de proteger y cuidar de su hija adolescente.
    Si tú estás bien, ella estará mejor. La adolescencia de las hijas coincide en muchos casos con la menopausia de la mamá. Esas dos etapas son, probablemente, las más difíciles en la vida de una mujer. Algunas mujeres sufren durante la menopausia a causa de sus alteraciones hormonales y además de problemas físicos deben enfrentarse a desarreglos emocionales: tristeza inmensa, cambios súbitos en el estado de ánimo, accesos de ira o de profunda ansiedad… Todo eso hace que su vida se complique. Si ese momento coincide además con la adolescencia de una hija la situación puede ser muy dura. Por eso es aconsejable para todas las mujeres menopaúsicas que consulten con su doctor para resolver los problemas asociados a este momento de sus vidas. Por ellas mismas lo primero, pero también por sus hijas adolescentes.
    No relajar la disciplina. Aunque sientan que es agotador y se multipliquen las quejas de las chicas, las mamás harán bien en mantener las normas que se hayan fijado para la adolescente. Retar esas normas puede ser un hecho normal en el proceso de la adolescencia pero las chicas necesitan una referencia para saber cómo comportarse.

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