ADICCIONES


Drogadicción

Se define como droga cualquier sustancia química no nutritiva que puede absorber el organismo.

Comúnmente, droga es Ia medicina o sustancia que se toma para obtener un efecto mental temporal casi siempre placentero. Por ejemplo, Ia morfina puede recetarse médicamente para aliviar el dolor, pero al ser administrada a personas sanas, su efecto es una sensación transitoria de bienestar. Las drogas tienden a producir una fuerte y perjudicial adicción.

Los jóvenes son, en general, los más afectados por Ia drogadicción y empiezan a consumir drogas debido a una o varias de las siguientes causas: falsa amistad, falta de verdaderos ideales, curiosidad y búsqueda de nuevas emociones.

Entre las drogas más conocidas y utilizadas se encuentran las que se mencionan a continuación.

Opiáceos

Incluyen el opio, Ia morfina y Ia heroína; alivian el dolor físico y Ia tensión mental produciendo euforia temporal. Una persona que consume estas sustancias presenta pérdida de peso, letargo, variaciones de humor, sudor, habla farfullante, ojos irritados y palidez.

A largo plazo, el consumo de los opiáceos produce pérdida de apetito y, en consecuencia, desnutrición, náuseas y vómitos dolorosos, debido a Ia carencia de droga; extraordinaria susceptibilidad a las infecciones y, por lo común, muerte a causa de sobredosis, pues son drogas que producen una fuerte adicción.

Cocaína

La cocaína, a Ia que a menudo se le denomina "nieve", estimula el sistema nervioso produciendo alucinaciones.

Una persona que consume cocaína presenta pupilas dilatadas, temblor, intoxicación evidente, alucinaciones e insomnio. A largo plazo, Ia cocaína produce ulceraciones en las fosas nasales si se aspira.

El cocainómano se cree capaz de realizar las más difíciles empresas; esta sensación crea lentamente una situación de dependencia de Ia cual es muy difícil recuperarse, incluso con un buen tratamiento.

Mariguana

La mariguana es una droga que relaja Ia mente y el cuerpo. En quienes la consumen se observan ojos enrojecidos, pupilas dilatadas, falta de coordinación física, y a veces, fuertes náuseas.

A largo plazo puede provocar daños psicológicos irreversibles.

Drogas psicodélicas

Algunas de éstas son el ácido lisérgico (LSD) y Ia mescalina. Al consumirse suelen presentarse alucinaciones, a veces placenteras, a veces terroríficas. Una sola dosis puede producir alteraciones psicológicas duraderas.

Sustancias volátiles

Aquí se incluyen los vapores inhalantes de sustancias, como ciertos pegamentos y líquidos limpiadores, thiner, etcétera.

Estas sustancias causan alucinaciones, mareos, euforia temporal y, en ocasiones, inconsciencia.

A largo plazo existe el riesgo de lesiones irreversibles del cerebro, hígado y riñón; también puede presentarse asfixia por inhalación.

Productos y sustancias como el tabaco, el alcohol y las drogas son perjudiciales. Su consumo inmoderado o adicción destruye el cuerpo, Ia mente y el autocontrol del ser humano, y produce enfermedades como cáncer, cardiopatías, cirrosis y otros daños, que frecuentemente culminan con Ia muerte.

A esto hay que agregar Ia desesperación y angustia de los familiares de las personas que son víctimas de tales adicciones.



El juego de Azar 

Se habla de la “ludopatía” como un síntoma de esta “cultura de la crisis” que se instaló en España hace un tiempo. Como una salida más. Confiarse al azar, a lo aleatorio. Como una manera más que tiene el hombre posmoderno de confrontarse con lo imposible.

Podemos decir que la compulsión al juego de azar es un síntoma del malestar de la cultura actual.

Tomaré como referencia lo que propone el psicoanalista Gelindo Castellarin en el Sciliciet “Semblantes y Sinthome”, donde aborda el tema del azar partiendo de la pregunta: ¿existe verdaderamente el azar que el jugador contemporáneo pretende forzar en ese acto?

La cuestón epistemológica del azar es bastante compleja y sería inabarcable en un solo post, por lo que solo diré que si todo lo que ocurre tiene una causa, que todo se rige por leyes de determinación efectivas -incluso las incalculables variables que se ponen en juego en el azar- ¿entonces hay que pensar que está todo escrito ya?

O sea, llegamos al siempre planteo dicotómico entre destino o azar.

Lacan en el Seminario 2 “El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica”, siguiendo a Freud en su texto “Psicopatología de la vida cotidiana”, concluye que el sujeto humano está determinado históricamente desde sus cadenas significantes inconscientes. Es decir, que el sujeto está condicionado por su inconsciente, por las palabras, los dichos, las identificaciones, etc. que lo han atravesado en su historia. Es en esta época de la enseñanza lacaniana donde todas sus teorizaciones estaban atravesadas por la premisa (netamente freudiana) de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje…

Pero si admitimos tal aseveración, estamos dejando leer que el azar no existe.

Y no es así para Lacan, para nada es así. De hecho, diez años después, en su Seminario 11 “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” tenemos la referencia que nos indica que la apertura a lo real de la pulsión y la marca de deseo que se inscribe, llevan al sujeto a confrontarse con su propia elección de goce. Con esta posición de elección de su propio goce queda instalada su responsabilidad; la responsabilidad de su síntoma.

Lacan, para situar estas cuestiones retoma Aristóteles y reconfigura la relación del sujeto con la “Necesidad” (en tanto “necesariedad”-Destino-Providencia) y el “Azar”. Así, aborda la Necesidad en términos de insistencia de lo simbólico, de repetición de una verdad, el automatón. Y el Azar como eso traumático, ese encuentro fortuito con un real, la Tyché, que tiene como efecto una división, una fractura, un quiebre en el sujeto, en ese mismo momento de encuentro con lo imposible.

Luego, en su Seminario inexistente (“Les non-dupres errent”) y con la lógica modal de referencia, confronta la Necesidad y el Azar, el determinismo y el indeterminismo con la escritura. La escritura como posible. Esta lectura requiere de otro recorrido así que llegaré hasta aquí por hoy.

Concluyendo, y volviendo al título de este post, diremos que el jugador de “juegos de azar”, con su potencia volitiva, desafiando a eso imposible de ser dicho, busca en lo real una ley donde no se contemple lo azaroso y le de acceso a la posibilidad de “ser ganador”.




Toxicomanías y Sujeto

La toxicomanía es uno de los problemas contemporáneos de la sociedad actual; eso está claro.

Lo que no va de suyo, es que eso entre al dispositivo analítico, como síntoma analítico como tal. ¿Qué quiero decir con esto?

Que para que la toxicomanía -como una de las figuras de goce más actualmente difundidas- sea un síntoma analítico si no se articula al lengujae, si no selo hace pasar por allí para que el sujeto; si el sujeto no cree en su síntoma, no hay paso B posible. Es decir, se puede “terapeutizar” el problma, pero no hay análisis.

El sujeto tiene que creer ahí, en su síntoma, en princpio para darle un sentido, o creer que lo tiene…

Sabemos también que las neurociencias ocupan el primer puesto como técnicas óptimas consideradas por los centros “especializados” en toxicomanías. Allí se apuesta al abordaje lo real por la sustancia.

Y el psicoanálisis, en este mar de terapias se hace un lugar, aunque sea difícil.

La operación del psicoanálisis será aplicarlo dejando un poco en suspenso la cuestión de la culpa, la división subjetiva, etc, porque lo que clínicamente se manifiesta es una angustia arrasadora que lleva a pasajes al acto, depresiones y accesos maníacos… Podemos decir que se trata de una clínica del objeto.

Desde las neurociencias, la drogadependencia es un trastorno crónico, médico y recidivante, de naturaleza multifactorial: factores genéticos y biológicos junto a factores sociales y culturales que pueden ir asociadas a otras patologías psíquicas(OMS, 2004)

Esta manera de abordar las toxicomanías lleva a abordarlo de una manera asistencial, teniendo como arma principal el soporte del fármaco. ¿Hay lugar aquí para la palabra) Bueno, la palabra es tomada como un complemento del arsenal farmacológico…ese es su lugar desde esta perspectiva: ‘le hará bien hablar’, dice el médico en el mejor de los casos.

El tema es que solo se queda en lo catártico de la palabra, en la conversación con el médico en todo caso. Que ayuda bastante, por supuesto, pero no es todo…

Ese modelo de abordar lo real por la sustancia también implica que el paciente acepta sin reticencia la medicación con que se lo asiste para calmar por ejemplo los síntomas de abstinencia…Así se pretende “engañar al cuerpo” hasta la aplicación del placebo.

Esto no permite separar el fármaco del sujeto, que es adonde apunta el psicoanálisis, a esa hiancia. Es entonces como esta clínica nos confronta con límites al momento de operar e intervenir. Y se abre la pregunta ¿es posible trabajar en esta clínica desde el psicoanálisis?

Se tratará en principio alojar la demanda, que el paciente se queje, darle lugar a eso, para abrir la dimensión de una demanda de saber, que se dirija a un Otro, e incidir sobre lo real por lo simbólico. Hay casos en los que se ha abiero la opción de que el toxicómano le asigne a su valor de goce, un valor de sentido.

Lacan, en la “Nota a los Italianos”, dice que el analista deberá ubicarse como un doble desecho: del discurso científico, y del humanismo sugestivo. En este sentido, el psicoanálisis no será ni complemetario de las neurociencias, ni estará absorbido por ese discurso; ni será una terapeutización de los afectos.

El psicoanálisis operará sobre la verdad subjetiva, sobre eso que forcluye la ciencia: el sujeto.

FUENTE: BELAGA, G. (comp.) La Urgencia Generalizada. a práctica en el hospital.

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