Dentro del plano psicológico, lo más importante a la hora de ayudar a un adolescente con problemas de obesidad es la comunicación. Resulta imprescindible ganarnos su confianza, que sepa que puede acudir a nosotros a contarnos cómo se siente, si tiene problemas en la escuela o con sus amigos a causa del sobrepeso, que pueda solicitarnos ayuda… Debemos escucharle, ponernos en su lugar y apoyarle, para que sepa que en nosotros tiene un punto de apoyo que no le va a faltar.
Además de eso, podemos ayudarle supervisando que cumpla la dieta que le ha puesto el médico (sólo si él nos lo pide), cambiando los hábitos alimenticios en casa por otros más sanos, evitando las situaciones en las que el adolescente solía comer (por ejemplo, si todas las tardes os sentabais a ver un programa de televisión merendando bollos y galletas, cambiad esa costumbre por la de salir a dar un paseo).
Es imprescindible también incluir en sus hábitos de vida la costumbre de realizar ejercicio físico. Debéis ayudarle a encontrar momentos y actividades menos sedentarias de las que realizaba y reducir el número de horas dedicadas a ver la televisión, utilizar el ordenador o jugar a videojuegos.
Conviene también estar muy atento a si el adolescente presenta síntomas de depresión. Un cambio en los ritmos de sueño, el aislamiento, los cambios de humor bruscos (llora o se enfada por cualquier cosa) y los comentarios despectivos hacia sí mismo son síntomas de que el adolescente puede estar comenzando a padecer un trastorno depresivo. En esos casos, debéis reiterar vuestras muestras de cariño y apoyo e intentar convencerle para que acuda a un especialista cualificado.
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